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Cuando se produce una rotura muscular, el diagnóstico clínico puede ser impreciso. El dolor, la impotencia funcional o el hematoma pueden confundir su localización o gravedad. La ecografía musculoesquelética permite visualizar en tiempo real:
El grado de la rotura (I, II o III),
La longitud y profundidad del desgarro,
La presencia de colecciones líquidas o hematomas,
Y el estado del tejido cicatricial en fases posteriores.
Contar con este nivel de precisión es clave para tomar decisiones terapéuticas personalizadas.

¿Siempre se debe infiltrar una rotura muscular?
No. No todas las roturas requieren una infiltración. En grados leves (grado I), el tratamiento suele consistir en reposo relativo, fisioterapia y control del dolor. Sin embargo, en algunos casos seleccionados (roturas parciales dolorosas, con inflamación persistente o mala evolución), una infiltración ecoguiada con fármacos antiinflamatorios o factores biológicos puede:
Reducir el edema,
Disminuir el dolor,
Y acelerar la regeneración tisular.
La ecografía permite localizar con precisión el punto exacto de infiltración, evitando estructuras sensibles y maximizando la eficacia del tratamiento.
Recuperarse bien para no recaer
Uno de los principales riesgos tras una rotura muscular mal tratada es la recaída o la fibrosis mal organizada. Gracias al seguimiento ecográfico durante el proceso de curación, es posible:
Confirmar cuándo está listo el músculo para volver a la carga,
Ajustar el plan de rehabilitación a tiempo,
Y evitar secuelas a largo plazo.

Las roturas musculares no deben tratarse a ciegas. Con un buen diagnóstico por imagen y, cuando está indicado, una infiltración ecoguiada, es posible acortar los tiempos de recuperación y reducir el riesgo de recaídas.